Tos que no desaparece o que cambia con el tiempo
Una tos seca o con flema que dura semanas o meses, especialmente si se intensifica, es un signo de alerta importante.
Dificultad para respirar o sensación de falta de aire
Subir escaleras, caminar distancias cortas o realizar actividades simples puede volverse más difícil sin explicación clara.
Dolor constante en el pecho, espalda u hombros
El dolor puede ser leve al principio, pero se vuelve persistente, especialmente al respirar profundo o toser.
Silbidos al respirar (sibilancias)
Cuando las vías respiratorias se estrechan, la respiración produce pequeños silbidos o ruidos anormales.
Cansancio extremo sin motivo aparente
La fatiga intensa que no mejora con descanso es una de las señales más comunes en etapas tempranas.
Pérdida de apetito y pérdida de peso involuntaria
El cuerpo comienza a consumir más energía y a debilitarse incluso antes de que aparezcan síntomas graves.
Infecciones respiratorias frecuentes
Bronquitis, neumonía o resfriados que regresan repetidamente pueden ser un indicio de un problema más profundo.