El rojo, en casi todas las culturas, es el color de la pasión, el amor y la energía vital. Representa fuerza, deseo y en algunos contextos incluso celebración. En muchos países asiáticos, como China o la India, el rojo simboliza prosperidad y buena fortuna, motivo por el cual es tan común en bodas y fiestas.
Sin embargo, en el contexto de un funeral, esa misma intensidad se transforma en una falta de tacto. Un vestido rojo, una corbata escarlata o un labial carmesí pueden llamar la atención de manera inapropiada, desviando la mirada del motivo central del encuentro: rendir homenaje a la persona fallecida y acompañar a sus seres queridos.
Imagina una ceremonia silenciosa, dominada por tonos oscuros, y de pronto un color vibrante rompe la armonía visual. Aunque no haya mala intención, el contraste puede parecer una forma de destacar cuando lo correcto sería mostrar empatía y sobriedad.
💬 Excepción cultural: En algunos lugares —por ejemplo, ciertas regiones de Sudáfrica o Ghana— el rojo se usa para simbolizar el dolor y la conexión con la sangre o el espíritu del difunto. En estos casos, puede ser apropiado si así lo solicita la familia o la tradición local. Pero en contextos occidentales, lo más prudente es evitar el rojo completamente.
