Con la punta de los dedos, traza el signo de la cruz en el marco de la puerta principal.
Mientras lo haces, reza en silencio o en voz baja una breve oración, pidiendo que solo la paz de Dios habite en ese hogar.
No se trata de la cantidad de puertas bendecidas, sino de la fe y la intención con que se realiza el gesto.
Segunda práctica: Purificar el interior del corazón
La Navidad llega a muchas personas con cargas emocionales profundas: cansancio, rencores, tristeza, ansiedad, heridas no resueltas. Todo eso oscurece el interior y no permite que la luz de Dios entre plenamente.
San Padre Pío enseñaba que el agua bendita también toca el alma.
Cómo hacerlo
Coloca un poco de agua bendita en la frente y en el pecho.
Haz el signo de la cruz.
Pide claridad para la mente y sanación para el corazón.