Cena entre 2 y 3 horas antes de acostarte.
Si tienes hambre en la noche, elige algo ligero: nueces, yogurt griego o una manzana pequeña.
Prueba dejar 12 horas entre la cena y el desayuno.
Mientras menos trabajo digestivo tenga tu cuerpo por la noche, más estable será tu glucosa.
3. No consumas dulces ni carbohidratos refinados después de la cena
Los carbohidratos nocturnos casi no se utilizan como energía, porque el cuerpo está en reposo.
Esa glucosa se queda en la sangre y provoca niveles elevados a la mañana siguiente.
Opciones más saludables por la noche:
Almendras o nueces.
Huevo cocido.
Pepino o apio con un poco de proteína.
Yogur sin azúcar con semillas de chía.
También ayuda identificar si los antojos son hambre real o solo hábito, estrés o deshidratación.
4. Muévete un poco antes de dormir
No necesitas un entrenamiento intenso.
Solo entre 5 y 10 minutos de movimiento suave ayudan a que los músculos utilicen parte de la glucosa.
Ideas simples: