Después de un instante de cariño, complicidad y conexión, simplemente se da la vuelta. Te quedas ahí, sorprendido/a, quizás incluso un poco dolido/a. Este gesto, que parece banal, puede suscitar muchas preguntas: ¿hay algún problema? ¿O es simplemente un comportamiento
natural? Antes de sacar conclusiones, conviene entender que el cuerpo y las emociones reaccionan de forma diferente tras la intimidad. A veces es solo una pausa. Muchas personas experimentan momentos íntimos con gran intensidad emocional y física. Después, necesitan un
momento de tranquilidad para recuperar el equilibrio. Darse la vuelta puede ser simplemente una forma de relajarse, respirar y volver a la normalidad, no una señal de rechazo. Es solo un respiro para calmar el cuerpo y la mente. Podría ser una cuestión de comodidad. La razón no siempre es emocional. Un colchón demasiado caliente, una almohada fuera de lugar o una postura