Cuando una persona que amamos parte de este mundo, el vacío que deja es indescriptible. Nos quedamos con un silencio pesado, con recuerdos que se repiten una y otra vez en la mente, y con el deseo desesperado de mantener una conexión con esa persona, aunque sea a través de las cosas que le pertenecieron. Es completamente natural. Guardar una prenda, una carta, un reloj o una fotografía se siente como una forma de seguir teniendo cerca a quien ya no está.
Sin embargo, hay quienes aseguran que conservar demasiados objetos de alguien que falleció puede no ser lo más saludable ni espiritualmente recomendable. Más allá de lo emocional, se dice que esos objetos retienen parte de la energía de su antiguo dueño, y mantenerlos puede influir en nuestro estado de ánimo, en el proceso de duelo e incluso en el ambiente de nuestro hogar.
📌 IMPORTANTE: El video relacionado a esta historia lo encontrarás al final del artículo.
Para entender por qué este tema genera tantas opiniones, vale la pena mirar desde distintos ángulos: el emocional, el energético y el simbólico. Porque no se trata simplemente de “tirar las cosas”, sino de comprender lo que representan y el efecto que pueden tener en nuestra vida cuando no logramos soltarlas.
1. El peso emocional del apego