Estas patatas fritas de calabacín nacieron en uno de esos momentos en que me apetecía algo crujiente para picar, pero sin tener que usar la freidora (y sin que la casa oliera a aceite durante tres días). Cortadas en bastones, espolvoreadas con romero, tomillo y pan rallado con ajo, un chorrito de buen aceite de oliva y al horno caliente… y en pocos minutos, se oye ese ligero crujido que te abre el apetito al instante.
El aroma es increíble: herbáceo, fresco, con ese toque de ajo que te da hambre incluso si has dicho “hoy ligero”. Doradas por fuera, tiernas por dentro, están buenas solas, pero se vuelven irresistibles con un bol pequeño de yogur y limón, o incluso con unas gotas de zumo de limón natural. Son el tentempié perfecto para salvar la cena cuando tienes calabacín en la nevera y no se te ocurre nada: fáciles, sencillas y la sartén desaparece antes de llegar a la mesa (¡y no te juzgo!).
Un tentempié inteligente, económico y saciante: palitos de calabacín al horno, aromáticos con ajo y tomillo, perfectos incluso para quienes están a dieta.
Gratinado de calabacín
Tiempo de preparación
: ~15 minutos
Cocción: 20 minutos a 200 °C
Total: ~35 minutos
Calorías
Total por bandeja: ~1200 kcal (1,1 kg de calabacín + 220 g de pan rallado + 30 ml de aceite)
Por ración: ~300 kcal si se divide en 4; ~200 kcal si se divide en 6
Ingredientes
1,1 kg de calabacín
220 g de pan rallado
Romero y tomillo al gusto
1 diente de ajo
30 ml de aceite de oliva virgen extra (2 cucharadas)
Sal y pimienta al gusto
Preparación
Cortar el calabacín. Lava, recorta y corta los calabacines en bastones de aproximadamente 1,2 cm de grosor y de 7 a 10 cm de largo.