Si alguna vez te has encontrado mirando el techo a las 3:47 de la madrugada, sin ruido que te despierte, solo con la mente acelerada y el reloj iluminando la habitación, no estás solo. Estos despertares nocturnos, que parecen al azar, suelen tener una causa más profunda que va más allá de un simple café tomado por la tarde.
Según los neurocientíficos, estos episodios son una señal de que tu cuerpo y tu cerebro intentan comunicarte algo sobre tu nivel de estrés, tus hábitos de sueño o incluso tu ritmo biológico.
El papel del ritmo circadiano
Nuestro cuerpo funciona con un ciclo natural de 24 horas llamado ritmo circadiano, encargado de regular el sueño, la temperatura corporal y la producción de hormonas.
Entre las 2 y 3 de la mañana ocurre un fenómeno normal: el cortisol, la hormona del estrés, comienza a subir lentamente para prepararnos para el despertar unas horas después.
El problema surge cuando los niveles de estrés ya son altos durante el día. En lugar de una subida gradual, se produce un pico brusco de cortisol que nos despierta de golpe, con palpitaciones o pensamientos acelerados, justo en plena madrugada.
La importancia de los ciclos de sueño
Dormir no es un estado uniforme: pasamos por ciclos de 90 a 120 minutos que incluyen fases de sueño profundo y sueño REM.
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En las primeras horas de la noche predomina el sueño profundo, que restaura el cuerpo.
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En la segunda mitad, se intensifican las fases REM, donde el cerebro procesa emociones y recuerdos.
Esto explica por qué es más fácil despertarse entre las 3 y las 5 de la mañana: el cerebro está más activo y sensible en esa franja.