¿Alguna vez te ha pasado que estás profundamente dormido y, de repente, un dolor intenso en la pierna te despierta de golpe? Ese momento en el que sientes cómo el músculo se contrae con fuerza, te obliga a incorporarte de inmediato y lo único que puedes hacer es esperar a que pase. Sí, hablamos de los famosos calambres nocturnos, esos visitantes incómodos que pueden arruinarte el sueño y dejarte adolorido al día siguiente.
Lo curioso es que, aunque son muy comunes, pocas personas saben realmente por qué ocurren. Algunos los asocian al cansancio, otros a la falta de potasio o a una mala postura al dormir. Sin embargo, detrás de esos espasmos musculares hay más de una causa posible, y conocerlas puede ayudarte a prevenirlos y disfrutar de noches mucho más tranquilas.
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Los calambres nocturnos son contracciones involuntarias y dolorosas, generalmente en las piernas, especialmente en los músculos de la pantorrilla. Suelen durar desde unos segundos hasta un par de minutos, aunque la molestia residual puede quedarse mucho más tiempo. Pero, ¿por qué ocurren? Vamos a desmenuzarlo paso a paso.
1. Falta de hidratación