Aunque sus nombres pueden sonar similares y ambas afectan directamente a las articulaciones, la artritis y la artrosis representan dos condiciones completamente distintas. Esta confusión es frecuente, especialmente porque ambas causan dolor, limitación de movimiento y molestias que afectan la vida diaria. Sin embargo, conocer qué distingue a una de la otra es fundamental para recibir el tratamiento adecuado y comprender el origen real de los síntomas.
La artritis es, ante todo, una enfermedad caracterizada por la inflamación. En este caso, el daño no proviene principalmente del desgaste, sino de un proceso inflamatorio que se origina en la membrana sinovial, que es el tejido que recubre la articulación. Cuando esta membrana se inflama, produce un exceso de líquido y provoca molestias persistentes. Este fenómeno puede deberse a enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide, en las cuales el sistema inmunológico actúa de forma errónea y ataca estructuras propias. También puede originarse por la presencia de cristales, como ocurre en la gota, o por infecciones. Uno de los signos distintivos de la artritis es que el dolor suele intensificarse durante el reposo, y la rigidez matutina puede durar más de una hora. Curiosamente, realizar movimientos suaves tiende a generar alivio, ya que favorece la movilidad de los tejidos inflamados.
En el caso de la artrosis, el escenario es diferente. Esta es una enfermedad degenerativa que se asocia al deterioro progresivo del cartílago, el tejido que permite que los huesos se deslicen suavemente entre sí. Cuando ese cartílago se desgasta, se agrieta o va desapareciendo, la articulación pierde amortiguación y los huesos terminan rozando, lo que genera dolor y limitación. La artrosis puede aparecer por diversos motivos: el paso del tiempo, el exceso de peso que aumenta la carga sobre las articulaciones, lesiones deportivas antiguas o alteraciones en la estructura ósea. Su síntoma clave es el llamado dolor mecánico, que aparece con actividades como caminar, subir escaleras o cargar peso, y mejora claramente con el reposo. Muchas personas también notan crujidos o chasquidos al mover la articulación afectada.