El coeficiente intelectual (CI) ha sido objeto de estudio durante más de un siglo, considerado un indicador del potencial cognitivo humano. Comprender qué caracteriza a las personas con un CI elevado resulta clave no solo para la psicología, sino también para la educación y la neurociencia.
Investigaciones recientes ofrecen pistas claras sobre las bases biológicas, sociales y de personalidad que acompañan a una alta inteligencia.
A lo largo del tiempo, se han identificado múltiples factores asociados con un mayor rendimiento intelectual, desde la estructura y el funcionamiento cerebral hasta la influencia de la educación.
Sin embargo, la ciencia actual insiste en que la inteligencia no es un atributo aislado, sino un fenómeno complejo que surge de la interacción entre genética, ambiente y personalidad.
Leer más: Tu coeficiente intelectual podría influir directamente en cómo tomas decisiones y evalúas el futuro.
El cerebro y el coeficiente intelectual
Un metaanálisis publicado en Neuroscience and Biobehavioral Reviews analizó más de 8,000 personas y encontró una correlación positiva, aunque moderada, entre el volumen cerebral y el CI. Esto sugiere que, en promedio, cerebros más grandes tienden a estar asociados con mejores puntajes de inteligencia.
No obstante, el tamaño por sí solo no explica la complejidad de la inteligencia. Lo esencial es cómo interactúan diferentes áreas cerebrales. La Teoría de Integración Parieto-Frontal (P-FIT), publicada en Behavioral and Brain Sciences, plantea que la inteligencia depende de redes entre los lóbulos frontal y parietal, responsables del razonamiento, la planificación y la integración de información.
Esto indica que las personas con alto CI tienden a mostrar una conectividad cerebral más eficiente, lo cual facilita el procesamiento rápido y flexible de la información.
Educación y desarrollo cognitivo
La influencia de la educación en la inteligencia ha sido objeto de debate durante décadas. Una revisión publicada en Psychological Science concluyó que cada año adicional de educación formal puede incrementar el CI entre 1 y 5 puntos. Este efecto positivo se observó a lo largo de toda la vida, lo que demuestra que la educación no solo refleja, sino que potencia la capacidad cognitiva.
Así, las personas con un coeficiente intelectual elevado suelen compartir un historial de aprendizaje prolongado, lo que refuerza tanto habilidades fluidas, como la resolución de problemas, como habilidades cristalizadas, relacionadas con el conocimiento adquirido.