Durante más de tres décadas, Chris Campbell formó parte del equipo de McDonald’s en Needham, Massachusetts. Su historia conmovió a la comunidad y al país entero. No era solo un empleado con síndrome de Down; era el rostro amable que saludaba a los clientes cada día con una sonrisa y una actitud inquebrantable.
Chris comenzó a trabajar en 1990, cuando tenía poco más de 20 años. Desde entonces, su presencia constante en el restaurante se convirtió en un símbolo de estabilidad, esfuerzo y calidez humana. Para muchos clientes habituales, Chris era una parte esencial de su rutina diaria. Su historia representa un caso real de inclusión laboral que marcó un antes y un después en la forma en que las empresas pueden integrar a personas con discapacidad.