Introducción
El croissant es uno de los mayores símbolos de la repostería francesa. Su textura hojaldrada y su forma inconfundible de media luna lo convierten en un clásico universal. Pero si además lo rellenamos con una suave crema pastelera, se transforma en una auténtica delicia que combina crujido y cremosidad en cada bocado.
En este artículo descubrirás su historia, los secretos para lograr una crema pastelera perfecta y consejos de expertos para preparar croissants irresistibles en casa.
Breve historia del croissant
Aunque hoy asociamos el croissant con Francia, sus orígenes se remontan a Viena, en el siglo XVII, durante el asedio otomano. Los panaderos vieneses crearon un pan en forma de media luna (símbolo otomano) como homenaje a su victoria. Décadas después, la receta llegó a Francia, donde los maestros panaderos la perfeccionaron con mantequilla, dando origen al croissant moderno que hoy conocemos.
Ingredientes clave para un croissant perfecto
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Harina de fuerza media: garantiza un buen hojaldrado.
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Mantequilla de calidad: el alma del croissant, aporta aroma y capas ligeras.
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Levadura fresca: ayuda a lograr una fermentación adecuada.
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Leche entera y huevos frescos: base de la crema pastelera.
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Vainilla natural: un toque aromático esencial.
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Maicena: para una crema suave y sin grumos.