Si alguna vez te has preguntado si la miel que tienes en casa es realmente pura, existe una prueba sencilla que puedes hacer:

calienta una pequeña porción en una cucharilla. Solo eso. No más. La miel natural de abeja, al recibir calor directo, suele caramelizarse y solidificarse en pocos segundos. En cambio, la miel adulterada —mezclada con jarabes o azúcares añadidos— puede tardar más en caramelizar o incluso hervir sin formar ese caramelo espeso y característico.

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