Cuando pensamos en ingredientes tradicionales de la cocina, pocos han estado tan presentes en nuestra cultura como la manteca de cerdo. Durante muchos años fue un producto básico en los hogares, especialmente en América Latina y Europa, hasta que, poco a poco, fue desplazada por los aceites vegetales y la margarina. Sin embargo, hoy la manteca de cerdo está recuperando su lugar, no solo por su sabor y textura inigualables, sino también por sus beneficios y por la tendencia de volver a lo natural.
En este artículo descubrirás por qué la manteca de cerdo sigue siendo un ingrediente valioso, qué aporta a la salud, cómo se utiliza en la cocina y por qué deberías considerarla como una alternativa real y saludable frente a otros productos industriales.
Un ingrediente con historia y tradición
La manteca de cerdo no es una moda reciente. Durante siglos fue la principal fuente de grasa para cocinar, freír y preparar panes y repostería. Abuelas y bisabuelas la utilizaban no solo por su disponibilidad, sino porque aportaba un sabor especial a las comidas caseras. Desde las arepas venezolanas, los tamales mexicanos, hasta los pasteles españoles, la manteca de cerdo ha estado en el corazón de recetas que hoy consideramos patrimonio cultural.
Además, a diferencia de muchos productos ultraprocesados que hoy llenan los supermercados, la manteca de cerdo es un ingrediente natural, que se obtiene fundiendo y purificando la grasa del cerdo. Esto la convierte en una opción real para quienes buscan volver a una alimentación más sencilla y auténtica.
