Otro signo relevante es la piel con hoyitos o enrojecida, un aspecto conocido como “piel de naranja”. Este cambio se debe a alteraciones en la textura de la piel causadas por la inflamación o por el engrosamiento del tejido subcutáneo. Aunque puede parecer un detalle estético, la presencia de esta característica requiere evaluación médica inmediata.
El pezón también puede ofrecer señales de alerta. Si observas que se ha hundido o invertido de manera repentina, o que presenta secreciones —incluso con rastros de sangre—, es fundamental acudir al mastólogo o ginecólogo sin demora. Los cambios en el pezón son indicadores que, combinados con otros síntomas, pueden orientar hacia la detección temprana del cáncer de mama.
Además, la aparición de un bulto o ganglio en la axila puede ser un signo inicial que algunas mujeres pasan por alto. Aunque muchas veces los ganglios inflamados son consecuencia de infecciones o inflamaciones menores, un nódulo persistente en esta zona podría indicar la presencia de células malignas. La revisión médica o la realización de estudios de imagen son pasos necesarios para aclarar la causa.
Los especialistas recomiendan realizar un autoexamen mensual de los senos para familiarizarse con su apariencia y detectar cualquier anomalía. Además, a partir de los 40 años, las guías internacionales de salud aconsejan realizar mamografías cada uno o dos años, dependiendo del historial familiar y los factores de riesgo individuales.