Los investigadores señalaron que el órgano aún mostraba signos de inmadurez, algo esperable por el origen de las células y el tiempo limitado de cultivo. Sin embargo, el desempeño obtenido sugiere que la técnica es funcional y que ajustes posteriores podrían mejorar la eficiencia del proceso.
Funcionamiento del riñón tras el trasplante
Una vez confirmada su actividad en laboratorio, los científicos trasplantaron el riñón regenerado en ratas, conectándolo a los vasos sanguíneos originales de cada animal. Tras restablecer el flujo, el órgano mostró una perfusión estable, sin sangrado y con estructuras conservadas. Esto permitió evaluar cómo respondía dentro de un entorno biológico real.
Minutos después del trasplante, el riñón bioingenierizado comenzó a producir orina. Aunque la cantidad fue menor que la de un riñón sano, demostró que podía filtrar la sangre del receptor. Este punto fue crucial, ya que confirmó que el órgano regenerado no solo funcionaba en un bioreactor, sino también dentro de un organismo vivo.
Los análisis posteriores revelaron que los vasos sanguíneos permanecieron abiertos y que no se formaron coágulos. Esta estabilidad inicial es un requisito fundamental para cualquier aplicación futura en medicina regenerativa.