Con un poco de paciencia —a veces entre dos y seis semanas— verás aparecer las primeras raíces blancas y, poco después, un tallo que irá buscando la luz. Ese es el momento en que te das cuenta de que el experimento realmente está funcionando.
Trasplante a tierra: el verdadero comienzo
Cuando las raíces midan varios centímetros y el tallo ya tenga unas hojas, es hora de pasarlo a una maceta con tierra fértil. Usa una mezcla que drene bien, porque el aguacate no tolera el exceso de agua en las raíces. Planta la semilla de manera que la mitad superior quede fuera de la tierra. Colócala en un lugar soleado y riega con moderación, evitando encharcamientos.
Cuidando de tu aguacatero
El aguacate necesita sol, agua en su justa medida y espacio para crecer. No esperes que dé frutos enseguida; en maceta puede tardar varios años y a veces ni siquiera llega a producir, pero lo importante es el proceso y el placer de ver crecer tu árbol. Si cuentas con un patio o jardín amplio, eventualmente podrás trasplantarlo al suelo para que alcance su máximo potencial.