Si alguna vez notaste que el pollo del supermercado tiene un color extraño, un olor raro o suelta demasiada agua al cocinarlo… no estás imaginando cosas.
Muchos pollos industriales están inyectados con agua, sodio, conservantes y fosfatos para que se vean más grandes, pesen más y duren más tiempo en las vitrinas.
Un trabajador de un matadero me explicó algo que nunca olvidaré:
“Si supieras lo que le ponen al pollo antes de llegar al supermercado, lo lavarías tres veces antes de cocinarlo.”
Desde entonces, sigo un método casero que ayuda a eliminar buena parte de esos químicos y residuos. Te lo comparto porque realmente hace la diferencia 👇