-
Lava el pollo con abundante agua fría para retirar restos superficiales.
-
Prepara una mezcla con:
-
1 litro de agua
-
El jugo de 1 limón
-
1 cucharada de vinagre blanco
-
1 cucharadita de sal gruesa
-
-
Deja el pollo en remojo en esa mezcla durante 15–20 minutos.
-
Enjuaga nuevamente con agua fría y sécalo con papel absorbente.
Este proceso ayuda a neutralizar parte de los aditivos, eliminar olores y dejar la carne más limpia y fresca.
El sabor cambia: más natural, menos salado, y con una textura mucho más ligera.
💡 Consejo extra: si puedes, opta por pollo de granja o de productores locales. No solo es más sabroso, sino que evitas muchos químicos y antibióticos añadidos.
Pages: 1 2