1. Preparar la base de avena.
Coloca la avena en una licuadora y licúa hasta que esté finamente molida. Vierte la mezcla en un tazón.
2. Prepara la compota de manzana.
Corta las manzanas en trozos (puedes dejarles la cáscara), quítales el corazón, agrega el agua y licúa hasta obtener una consistencia suave y aromática.
3. Combina los ingredientes líquidos.
Vierte la compota de manzana sobre la avena y mezcla con una espátula.
Agrega el plátano machacado y los huevos (o el sustituto vegano) y mezcla hasta obtener una consistencia suave.
4. Agrega los aromatizantes.
Combina el polvo para hornear, las pasas y las almendras picadas gruesas. Si lo deseas, agrega una cucharadita de miel o eritritol. Mezcla bien: la mezcla quedará espesa y aromática.
5. Hornea.
Forra un molde desmontable de 19 cm con papel para hornear (humedecido y escurrido para que se adhiera mejor) y vierte la masa, alisándola con el dorso de una cuchara.
Hornea en horno precalentado a 180 °C (350 °F) durante unos 40 minutos, hasta que esté dorado.
6. Termina.
Deja enfriar y espolvorea con un poco de edulcorante en polvo o azúcar glas para un toque más indulgente.
Consejos y variaciones
-Para un sabor más otoñal, añade una pizca de canela o jengibre.
-Puedes sustituir la mitad de las almendras por avellanas o nueces pecanas para una textura más crujiente.
-Se conserva bien durante 3 días bajo una campana para pasteles.
-También está excelente al día siguiente, ligeramente tibio con una cucharada de yogur por encima.
Cada vez que lo preparo, el aroma a manzanas y avena me hace sentir como en casa. Es un postre sencillo y auténtico que no te deja con remordimientos y te mantiene saciado durante horas. Perfecto para quienes disfrutan de desayunos dulces pero saludables; y sí, incluso los más escépticos lo terminan sin darse cuenta.