Estos contramuslos de pollo al ajillo con patatas son ese plato de toda la vida que conquista por su aroma y su jugosidad. La piel queda dorada y crujiente, la carne tierna, y la salsa perfumada con ajo, vino blanco y laurel invita a mojar pan sin remordimientos. Las patatas, fundentes y sabrosas, se impregnan del jugo del pollo para un bocado redondo. Perfecto para una comida familiar o para quedar de diez con muy poco esfuerzo, este clásico se prepara en una sola sartén y regala un olor a cocina casera que abre el apetito al instante.
1. Seca bien los contramuslos con papel de cocina y sala por ambos lados. Secar ayuda a lograr piel crujiente y evita salpicaduras.
2. Pela las patatas y córtalas en rodajas de 1 cm de grosor o en gajos. Pela los ajos: deja 4–5 enteros chafados y lamina el resto para más aroma sin que amarguen.
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3. Calienta 2 cucharadas (30 ml) de aceite en una sartén amplia o cocotte. Dora las patatas 6–8 minutos por lado a fuego medio-alto hasta que estén ligeramente doradas. Sazona levemente, retira y reserva en un plato.