Estas costillas destacan por su sencillez y su sabor intenso. La clave está en un adobo bien integrado y en que la carne nunca se quede sin líquido durante la cocción.
1. Prepara el adobo
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Pela los ajos y machácalos en un mortero.
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Añade sal, pimienta negra, orégano, pimentón y aceite de oliva.
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Mezcla hasta obtener una pasta homogénea.
2. Adoba las costillas
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Unta las costillas con esta mezcla, asegurándote de cubrirlas completamente.
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Deja reposar al menos 1 hora, aunque lo ideal es dejarlas toda la noche en la nevera para que absorban más sabor.