Mientras tanto, preparamos el relleno (que puede variar según las preferencias de cada persona).
Hervimos la leche con la mantequilla, el azúcar y el azúcar de vainilla hasta que este último se disuelva. Añadimos las nueces molidas, una cucharada de cacao, mezclamos y dejamos enfriar. Si la masa está demasiado líquida, podemos añadir pan rallado.
Una vez que la masa haya levado bien, tomamos la mitad y la dividimos en dos.
Sobre una superficie de trabajo ligeramente engrasada, aplanamos cada porción con la palma de la mano hasta formar una lámina no muy fina, dándole forma rectangular. Sobre esta, colocamos una capa de nueces y trocitos de chocolate o Nutella, y la enrollamos. Trenzamos los dos rollos, apretamos los extremos por debajo y colocamos el pastel en una bandeja forrada con papel de hornear o engrasada con aceite y mantequilla.
Dejamos que los pasteles leven en la bandeja durante unos 20-30 minutos, luego los pintamos con yema de huevo diluida con un poco de leche.
Hornear en el horno precalentado a 180 grados durante 40-45 minutos o hasta que al insertar un palillo, este salga limpio y estén bien dorados.
Quedan suaves, esponjosos y se conservan durante más tiempo; el único inconveniente es que la masa se escalda demasiado.