Los límites son una forma de amor.
Explícalos con calma, sin amenazas ni gritos.
Sé firme y coherente, para que tus hijos comprendan que tus palabras tienen peso.
💬 En lugar de castigos, habla de consecuencias:
“Si no cumples con tu responsabilidad, perderás este privilegio.”
Los límites bien explicados generan respeto, no miedo.
3. Escucha antes de exigir ser escuchado
A veces los hijos no respetan porque no se sienten comprendidos.
Antes de imponer tu punto de vista, haz el esfuerzo de escuchar el suyo.
Cuando se sienten escuchados, bajan las defensas y están más dispuestos a cooperar.
Practica la escucha activa: mira a los ojos, no interrumpas y valida sus emociones.
4. Sé un modelo a seguir
Los niños aprenden más de lo que ven, que de lo que oyen.
¿Quieres respeto? Demuéstralo tú primero.
¿Quieres que te escuchen? Escúchalos tú también.
¿Quieres paz en casa? No levantes la voz ni recurras a la agresión.
Tu conducta enseña más que cualquier sermón.