Decidir no teñirse el cabello puede ser mucho más que una cuestión estética. Desde la psicología, este gesto se vincula con una forma de autoafirmación: decirle al entorno “esta soy yo, así me siento, y no necesito esconderlo”. Rechaza la presión social y estética que durante décadas afectó principalmente a las mujeres, aunque también ha alcanzado a los hombres, quienes sienten la necesidad de ocultar las canas para parecer más jóvenes o competitivos. Elegir lo contrario puede resultar liberador, pues representa una ruptura con el miedo a no cumplir los estándares tradicionales de belleza.