Desmenucé dos paquetes de galletas y los cubrí con crema de chocolate: así nació el pastel frío más fácil y delicioso del mundo.

Toma los dos paquetes de galletas y tritúralas a mano en un bol grande. No las tritures hasta hacerlas polvo; deben quedar en trozos irregulares para que cada bocado sea una sorpresa.

Preparar la crema de cacao

En una cacerola pequeña, combina la leche, el edulcorante, la maicena y el cacao. Bate mientras calientas a fuego medio hasta que la crema espese y empiece a cubrir la cuchara.

Añadir el chocolate

Apaga el fuego y añade el chocolate troceado (y una nuez de mantequilla, si lo deseas). Remueve hasta que la mezcla esté suave, brillante y aromática.

Montar la base

Vierte la crema caliente en el bol con las galletas, mezcla bien y transfiere a una bandeja de horno forrada con papel vegetal. Presiona con una espátula para alisar la superficie.

Preparar la cobertura

Derrite el chocolate negro al baño maría o en el microondas, luego mézclalo con el yogur hasta obtener una crema suave. Vierte la mezcla sobre el pastel, alísala con una espátula y… ¡refrigéralo!

Refrigeración y corte
Déjalo enfriar durante al menos 6 horas. Mejor aún si lo preparas la noche anterior: estará firme y fácil de cortar.

Consejos útiles
Usa chocolate negro con al menos un 70 % de cacao: el sabor será más intenso.

No rompas demasiado las galletas, créeme: lo mejor es encontrar los trocitos crujientes dentro de la crema.

Si quieres desmoldarlo fácilmente, recuerda usar papel de horno.

Deliciosas variaciones

Con fruta fresca: fresas o plátano en rodajas entre las capas.

Con café: sustituye media taza de leche por café fuerte para un sabor similar al tiramisú.

Con frutos secos: añade avellanas o almendras picadas a la masa para darle un toque crujiente.

Nota personal: Este pastel se ha convertido en mi postre comodín. Es rápido de hacer, a todo el mundo le encanta y parece mucho más elaborado de lo que realmente es. ¿El único riesgo? Que se acabe demasiado pronto.

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