Un estudio de la Universidad de Tufts (Estados Unidos) arrojó un dato inquietante: las mujeres que consumían soda con cola al menos tres veces por semana presentaban una reducción de hasta un 4% en la densidad ósea de la cadera. Aunque pueda parecer un porcentaje pequeño, esta pérdida puede ser significativa, especialmente en mujeres que se acercan a la menopausia o que ya han comenzado a experimentar los efectos de la descalcificación.
La reducción de masa ósea no solo incrementa el riesgo de fracturas, sino que también puede derivar en osteoporosis, una condición que afecta a millones de personas en todo el mundo y que suele avanzar en silencio.
Más allá de los huesos: otros efectos del consumo habitual de soda
No solo el sistema óseo se ve afectado por el consumo regular de gaseosas. Estudios y observaciones clínicas han señalado una serie de impactos colaterales que van más allá de lo óseo:
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Alteraciones en el sueño, debido a la cafeína presente en muchas versiones.
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Mayor riesgo cardiovascular, por la combinación de azúcares, edulcorantes artificiales y aditivos.
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Erosión dental, causada por la acidez y el contenido de azúcar.
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Aumento de peso y desequilibrios metabólicos, incluso en versiones «light» o «zero».