Dolor en el talón: causas comunes, señales de alerta y cómo aliviarlo

Si el dolor es intenso al despertar y mejora con el movimiento, puede tratarse de fascitis plantar. Pero si el malestar aumenta con la actividad, podría ser una tendinitis o incluso una fractura por estrés. En cualquier caso, es importante no automedicarse y dejar que un especialista determine la causa exacta.

Cómo aliviar el dolor de talón en casa
Aunque siempre se recomienda consultar a un médico o podólogo, existen medidas que pueden ayudarte a aliviar el dolor y acelerar la recuperación:

1. Descanso y estiramientos suaves.
Evita las actividades que agraven el dolor, como correr o saltar. En su lugar, realiza estiramientos del talón, la planta del pie y los músculos de la pantorrilla. Hacerlo varias veces al día ayuda a reducir la tensión y mejorar la circulación.

2. Aplicar frío local.
Colocar una bolsa de hielo o una botella fría en la zona durante 10 o 15 minutos ayuda a reducir la inflamación. Esto puede repetirse varias veces al día, especialmente después de caminar o hacer ejercicio.

3. Usa calzado adecuado.
Opta por zapatos con buena amortiguación, suelas gruesas y soporte para el arco plantar. Evita andar descalzo sobre superficies duras, incluso dentro de casa.

4. Masajes con pelota o rodillo.
Coloca una pelota pequeña (como una de tenis) debajo del pie y hazla rodar lentamente desde el talón hasta los dedos. Este masaje estimula la fascia plantar y alivia la rigidez.

5. Plantillas ortopédicas.
Si tienes pie plano o arco alto, las plantillas personalizadas pueden corregir la pisada y repartir mejor el peso corporal. Esto reduce la presión sobre el talón.

6. Control del peso.
Perder algunos kilos puede marcar una gran diferencia en la salud de tus pies. Cada libra de más añade presión a los talones con cada paso que das.

Cuándo acudir al médico
Si el dolor en el talón persiste más de dos semanas, o si se intensifica pese a los cuidados básicos, lo mejor es acudir a un especialista. El médico puede solicitar estudios de imagen, como radiografías o resonancias, para descartar problemas más serios.

En algunos casos, puede ser necesario un tratamiento con fisioterapia, medicamentos antiinflamatorios o incluso infiltraciones para reducir el dolor. Los ejercicios guiados por un fisioterapeuta también pueden ser de gran ayuda para fortalecer la musculatura del pie y mejorar la flexibilidad.

En situaciones más complejas, como un espolón muy grande o un daño severo del tendón de Aquiles, se puede evaluar la opción de una cirugía. Pero esto suele ser el último recurso, después de haber intentado tratamientos conservadores.

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