El conmovedor mensaje hallado en el zapato de un niño en Auschwitz que permaneció oculto durante ocho décadas

A más de ochenta años del horror del Holocausto, un hallazgo en el Museo Estatal Auschwitz-Birkenau reabrió una historia detenida en el tiempo. Dentro de un pequeño zapato infantil, cuidadosamente guardado entre miles de pertenencias de las víctimas, apareció un papel amarillento y doblado, oculto entre la plantilla y el forro. En él, con letra temblorosa y escrita a lápiz, se leía: “Steinberg Amos, niño, número 5710, nacido el 26 de junio de 1938”. Aquella nota, descubierta por casualidad, se convirtió en el último testimonio de Amos Steinberg, un niño judío nacido en Praga que fue asesinado en Auschwitz.

El hallazgo ocurrió cuando una restauradora revisaba objetos recuperados del campo. Al examinar los zapatos, notó algo extraño en la suela de uno de ellos. Dentro, encontró un trozo de papel casi deshecho por el tiempo. Elżbieta Cajzer, jefa de las colecciones del museo, recordó que el equipo manipuló el hallazgo con extrema precaución: “Cuando abrimos el forro, vimos un documento diminuto. No podíamos creer lo que estábamos leyendo”. Cada trazo parecía a punto de borrarse, pero la inscripción seguía intacta: un nombre, una fecha y un número que el régimen nazi intentó eliminar de la memoria colectiva.

Detrás de ese mensaje había una historia familiar marcada por la persecución. Los Steinberg vivían en Praga y, como miles de familias judías, fueron víctimas del avance del nazismo. Ludwig Steinberg, el padre, trabajaba mientras intentaba proteger a su esposa Aliza y a su hijo Amos, nacido justo cuando Europa comenzaba a oscurecerse bajo la guerra. En 1942, la familia fue deportada al gueto de Theresienstadt y, posteriormente, enviada a Auschwitz, donde madre e hijo fueron asesinados. Ludwig, separado de ellos, logró sobrevivir, aunque nunca volvió a verlos.

Durante décadas, el recuerdo de los Steinberg permaneció sepultado en los archivos. Pero el hallazgo del zapato permitió reconstruir su rastro y unirlo a otra pieza que ya formaba parte del museo: una valija identificada con el nombre de Ludwig Steinberg. En su costado, podía leerse “STEINBERG, Ludwig, 9/11/1906, 5710, Praga VII, Valentinská 6/10”. El mismo número que aparecía en el papel escondido dentro del zapato de Amos. Esta coincidencia permitió confirmar el parentesco y conectar ambos objetos como testigos silenciosos de una misma tragedia familiar.

Para los investigadores, el gesto de esconder el papel dentro del zapato representa un acto de resistencia y amor maternal. En medio del caos y la deshumanización, una madre intentó preservar la identidad de su hijo, asegurándose de que su nombre no desapareciera entre las cifras del exterminio. “Es un acto de protección desesperada, pero también una forma de desafiar al olvido”, explicó Cajzer.

Las cifras del campo de Auschwitz reflejan una dimensión indescriptible: más de 232.000 niños y adolescentes pasaron por el lugar, y la gran mayoría fueron asesinados poco después de su llegada. En medio de esa estadística abrumadora, el zapato de Amos Steinberg simboliza una historia particular que devuelve humanidad a los números.

El documento hallado fue analizado con técnicas de conservación avanzadas, y hoy se exhibe junto al zapato en el museo, protegido por un cristal. Cada visitante que se detiene frente a él puede leer el nombre que sobrevivió al fuego y al tiempo. “Solo en casos excepcionales logramos reconstruir una biografía completa. Tener un nombre, una fecha y una historia es un milagro”, expresó Wojciech Płosa, director del archivo del museo.

Los objetos personales que permanecen en Auschwitz —zapatos, maletas, gafas, juguetes— se han transformado en símbolos de memoria y testimonio. Cada uno de ellos cuenta una historia que el régimen nazi intentó borrar. Sin embargo, el hallazgo del zapato con el mensaje de Amos se distingue por la claridad de su propósito: preservar una identidad frente al olvido impuesto.

El portavoz del museo, Marcin Barcz, resumió el valor del hallazgo con una frase que conmueve: “Esto muestra el amor de una madre que no quería que su hijo quedara en el anonimato. Quiso dejar constancia de su existencia, aunque supiera que el mundo podía no recordarlo”.

Hoy, el nombre de Amos Steinberg figura en los registros históricos, acompañado por su zapato y el papel que lo salvó del silencio. Bajo la luz del museo, la pequeña suela marrón sigue intacta, como un corazón diminuto que late bajo el cristal, recordando a todos los visitantes que, incluso en los lugares donde el horror intentó borrar la humanidad, la memoria siempre encuentra la manera de sobrevivir.

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