Aquí viene la parte que sí te devuelve control.
Gran parte del riesgo cardiovascular se puede reducir con hábitos y seguimiento médico.
Revisar presión arterial con regularidad.
Controlar glucosa y colesterol según indicación profesional.
Moverte: caminar 30 minutos, varios días a la semana, ya suma.
Reducir tabaco es una de las decisiones más potentes.
Y manejar estrés no es lujo, es protección.
Señales de alarma que no debes negociar
Si aparece dolor torácico intenso o presión fuerte.
Si hay falta de aire severa o repentina.
Si hay desmayo, confusión o debilidad extrema.
Si hay sudor frío, náusea intensa o sensación de muerte inminente.
Si los síntomas empeoran rápido.
En esos casos, lo más seguro es atención urgente.
No intentes “aguantar” para no molestar a nadie.