El riesgo de cáncer de próstata aumenta un 45% en los hombres debido a este hábito tan común.

General:
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Por lo tanto, considerar la prueba de PSA como una revisión rutinaria, como cambiar el aceite del coche o hacerse una revisión anual, es la opción más segura.

Incluso aquellos que llevan una vida sana, montan en bicicleta los fines de semana y comen adecuadamente necesitan este chequeo.

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Analicemos por qué la prueba marca la diferencia, quiénes deberían estar alerta y qué hábitos ayudan a reducir este riesgo.

Por qué es crucial la detección:
La prueba del PSA (antígeno prostático específico) es un análisis de sangre simple que detecta cambios en la próstata antes de que aparezcan cualquier síntoma.

Cuanto antes se detecte el cáncer, mayor será la probabilidad de un tratamiento curativo con un menor impacto en la calidad de vida. Ignorar la prueba de PSA es como conducir con las luces de emergencia encendidas: todo parece estar bien… hasta que no lo está.

¿Qué ocurre cuando el diagnóstico se retrasa?
El tumor puede invadir los huesos, la vejiga y los ganglios linfáticos.
Las cirugías se vuelven más complejas y riesgosas.
Se requieren tratamientos como la terapia hormonal o la quimioterapia.
Las tasas de supervivencia disminuyen drásticamente en pocos años.
¿Quiénes tienen mayor riesgo?
Factores que requieren un seguimiento más estrecho:Edad: Después de los 50 años, el riesgo aumenta rápidamente.
Antecedentes familiares: Un padre o hermano con diagnóstico temprano aumenta la probabilidad.
Etnia: Los hombres de raza negra tienen tasas más altas de incidencia y mortalidad.
Estilo de vida: Una dieta rica en grasas animales, un estilo de vida sedentario y el tabaquismo contribuyen al riesgo.
Si cumple alguno de estos criterios, consulte con un urólogo a partir de los 45 años.

Hábitos que ayudan a prevenir enfermedades:
Adoptar pequeños cambios hace la diferencia a largo plazo:

Hable con su médico y acuerden la frecuencia de las pruebas de PSA y los tactos rectales.
Manténgase activo: caminar o andar en bicicleta 30 minutos al día mejora la circulación y el equilibrio hormonal. Lleve
una dieta variada y saludable: verduras, frutas, cereales integrales y pescado azul reducen la inflamación.
Modere el consumo de alcohol y carne roja: menos grasas saturadas significa menos estimulación tumoral.

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