
El neem, con su color verde profundo y aroma fuerte, ha sido usado durante generaciones como un apoyo natural. Las hojas se lavan, se muelen o se hierven, y su esencia se diluye en agua tibia. No es una bebida deliciosa, no es dulce, no es suave… pero es poderosa en experiencia. Su amargor es parte del ritual. Y quizá por eso ha sobrevivido tanto tiempo.
Ahora viene lo que muchos esperan: una cuenta regresiva de ocho beneficios, cada uno acompañado de historias humanas, sensaciones reales y un toque de curiosidad. Te adelanto algo: el número dos suele dejar una impresión especial.
8. Un amargor que “despierta” el paladar

Gabriel, 50 años, lo describe así: “El primer sorbo me sorprendió, pero luego sentí como si todo mi cuerpo reaccionara”. El amargor del neem no es castigo; es un llamado sensorial. Muchas personas afirman que este sabor ayuda a estar más presentes en el momento.
Esto apenas empieza…