El aroma que sube con el vapor.
El primer sorbo tibio que recorre el pecho.
La frescura suave que llega a la nariz.
Todo contribuye a un ritual que el cuerpo reconoce al instante.
Pero aún falta lo más importante.
¿Por qué este hábito funciona tan bien para tanta gente?
Porque es simple.
Porque es accesible.
Porque acompaña, no exige.
Y porque su efecto no depende de una sola taza, sino de la constancia.
A veces el bienestar se construye con pequeñas acciones repetidas.
Pequeños gestos que el cuerpo agradece día tras día.
Reflexión final para tus próximas noches
Si un té tan sencillo puede ayudarte a sentir:
Más calma
Menos tensión ocular
Respiración más ligera
Y una noche más tranquila
Y si prepararlo toma solo unos minutos
¿Por qué no probarlo durante una semana?
Un hábito pequeño puede transformar tus días.
Este texto es únicamente informativo y no sustituye orientación médica profesional. Para dudas específicas, consulta a un especialista.