Uno de los secretos más valorados es el uso de permanganato de potasio, un producto natural que se consigue en farmacias y que tiene un gran poder blanqueador.
Para aplicarlo, solo hay que llenar una olla o palangana con agua tibia y añadir una pequeña cantidad de permanganato.
Cuando esté bien disuelto, el agua debe quedar de un tono rosado suave; si se torna morado, significa que se agregó más de lo necesario.
Luego se suman 200 gramos de detergente en polvo y se mezcla bien.
Las prendas se sumergen en la solución y se dejan reposar durante al menos cinco horas, o toda la noche para mejores resultados.
Después, se enjuagan en la lavadora y el blanco recupera su intensidad.
Otra opción es invertir el proceso: primero lavar en la máquina y luego dejar la ropa en remojo con la mezcla.
Métodos alternativos para ropa blanca y limpia
Además del permanganato, las abuelas confiaban en el poder del bicarbonato de sodio.
Este producto económico y siempre presente en los hogares resulta un aliado perfecto para devolver la blancura.
El procedimiento es sencillo: agregar tres cucharadas de bicarbonato al detergente habitual, disolverlo en agua tibia y sumergir la ropa a tratar.
Tras un reposo de dos o tres horas, se enjuaga y se obtiene un resultado visible: prendas mucho más claras y revitalizadas.