1. Preparar el pan
Corta el pan duro en trozos. Ponlo en un bol grande y cúbrelo con leche caliente hasta que se ablande bien.
2. Mezclar los ingredientes
Aplasta el pan remojado. Agrega los huevos batidos, el azúcar, la mantequilla derretida y las frutas. La mezcla debe quedar rústica, no completamente lisa.
3. Cocción lenta
Vierte todo en un molde engrasado con mantequilla. Muchas veces se espolvoreaba con cassonade (azúcar moreno) para crear una costra caramelizada.
Hornea a baja temperatura hasta que quede tierno por dentro y dorado por fuera.
4. Degustar en familia
Se disfruta tibio, acompañado de café, chocolate caliente o un vaso de leche. Al día siguiente, frío, también resulta delicioso porque los sabores se intensifican.
Variantes familiares y regionales
Cada casa tenía su versión:
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Con peras o ciruelas
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Con cerveza negra, chicoria o un toque de licor
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Más goloso, con cacao o trozos de chocolate
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Más sencillo, solo con pan, leche y azúcar
Un postre contra el desperdicio que sigue vigente
El «Pain d’chien» no es solo un recuerdo: hoy encarna la cocina sostenible y económica. Convertir pan duro en un postre sabroso es un ejemplo de cocina ecológica y responsable.
Incluso hoy, muchas familias siguen preparándolo, y los jóvenes lo redescubren en versiones más modernas con caramelo, frutas confitadas o frutos secos.