1. Remojar las castañas
Primero, coloque las castañas en un recipiente grande con agua fría y déjelas en remojo durante aproximadamente 1 hora.
Este paso ayuda a limpiarlas, ablandarlas e identificar las que se deben desechar (las que flotan en la superficie están malas).
2. Hacer cortes en las castañas
Escúrralas y séquelas con un paño de cocina. Con un cuchillo afilado, haga un pequeño corte horizontal en la cáscara de cada castaña.
No omita este paso: evita que se revienten durante la cocción y facilita pelarlas.
3. Hervir
Coloca las castañas en una olla grande con agua fría (deben quedar completamente sumergidas).
Si lo deseas, añade una pizca de sal gruesa y un chorrito de aceite de oliva virgen extra para realzar el sabor.
También puedes añadir una ramita de romero, un poco de orégano o laurel para un aroma rústico y otoñal.
Lleva a ebullición, luego reduce un poco el fuego y cocina a fuego lento durante 45-50 minutos, hasta que las castañas estén tiernas y aromáticas.
Para comprobar si están listas, pincha una castaña con un tenedor: si entra fácilmente, están listas.
4. Enfriar y pelar
Escurre las castañas y déjalas reposar unos minutos, cubiertas con un paño limpio: el vapor las mantendrá suaves y facilitará el pelado.
Mientras aún estén tibias, retira la cáscara y la piel con los dedos o un cuchillo pequeño. El truco está en hacerlo mientras aún están tibias, porque al enfriarse se vuelven más difíciles de pelar.
Consejos útiles
Si desea un sabor más intenso, añada una hoja de laurel o una cucharadita de miel al agua de cocción, lo que les dará a las castañas un delicado aroma.
No utilice castañas viejas o demasiado secas: tienden a deshacerse durante la cocción.
Puede guardarlas peladas en el refrigerador durante 2 o 3 días, en un recipiente hermético.
¿Por qué elegir castañas hervidas?
