Es el único pastel que puedo darme el gusto de comer ahora que estoy a dieta estricta… ¡pero por suerte está delicioso: ligero, fresco y solo 120 calorías!

– Separar las claras de las yemas.

Separar las yemas de las claras. Reserva las claras a temperatura ambiente para que monten mejor.

-Prepara la base.

En un bol, mezcla las yemas con el yogur griego y la ralladura de limón.

Añade la harina tamizada y la maicena y mezcla con unas varillas hasta obtener una crema suave y homogénea.

-Bate las claras.

En otro bol, mezcla las claras con el zumo de limón.

Comienza a batirlas con una batidora eléctrica y, en cuanto empiecen a espumar, añade gradualmente el eritritol (en tres tandas).

Debes obtener un merengue brillante, firme, pero no demasiado seco.

-Incorpora las mezclas.

Añade las claras batidas a la mezcla de yemas, poco a poco, con movimientos envolventes de abajo hacia arriba usando una espátula.

¡Este paso es esencial para conseguir el efecto “nube”!

-Hornea.

Vierte la masa en un molde de 16 cm forrado con papel de horno. Coloca el molde dentro de un recipiente ligeramente más grande y luego dentro de una bandeja para hornear con un poco de agua: esto creará vapor, lo que hará que el pastel quede increíblemente suave.

Hornea de la siguiente manera:

110 °C (230 °F) durante 50 minutos, luego

170 °C (330 °F) durante otros 10 minutos.

Apaga el horno y deja el pastel dentro durante otros 10 minutos, sin abrir la puerta.

– Deja enfriar y sirve.

Deja que se enfríe por completo y luego refrigera durante al menos una hora.

Al momento de servir, espolvorea con azúcar glas.

Es irresistible frío: ligero, cremoso y aromático.

Conservación
Consérvalo en el refrigerador hasta por 2 días, bien tapado o en un recipiente hermético.

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