¡Me emociono tanto al hablar de este baklava que casi puedo oler el aroma cálido y dulce de las nueces y la miel desde aquí! De verdad, si te gustan los postres increíbles, llenos de texturas crujientes y un almíbar delicioso que te transporta a los cálidos días de verano, esta receta te encantará. Creo que encontré la combinación perfecta: más nueces que láminas, una explosión de sabores y esa textura ideal, ligeramente crujiente, un poco pegajosa en los bordes, que acaricia el paladar como ninguna otra. ¡Déjame contarte cómo preparé el mejor baklava que jamás hayas probado, de mi cocina a la tuya!
Información rápida
Rinde: 12 porciones generosas
Tiempo de preparación: 40 minutos
Tiempo de cocción: 50 minutos
Tiempo total: 90 minutos
Ingredientes
Para el plato principal:
500 g de láminas de hojaldre (láminas finas, preferiblemente frescas o de buena calidad)
400 g de nueces picadas gruesas (puede usar una mezcla de nueces y avellanas para un sabor más intenso)
200 g de mantequilla clarificada (ghee) o mantequilla de buena calidad, derretida
100 g de azúcar extrafino
1 cucharadita de canela molida
1 pizca de clavo molido (opcional)
Para la salsa/decoración (jarabe):
350 g de azúcar extrafino
250 ml de agua
150 g de miel
Jugo de medio limón
1-2 rodajas de limón (para aromatizar)
1 rama de canela (para aromatizar, opcional)
Preparación
Paso 1: Comience picando los frutos secos. Es importante que los frutos secos estén picados gruesamente, no molidos demasiado finos, ya que la textura del baklava reside en el contraste entre el crujiente de los frutos secos y las finas láminas. Mezcla los frutos secos con azúcar granulada, canela y, si lo deseas, un poco de clavo molido. Esta mezcla aromática aportará todos los sabores del baklava.
Paso 2: Prepara una bandeja rectangular (de aproximadamente 30 × 20 cm) y úntala bien con mantequilla derretida. Ahora viene la parte clave: sobre cada lámina, aplica una fina capa de mantequilla derretida, coloca la lámina y vuelve a untarla, coloca otra lámina, úntala con mantequilla y, por último, espolvorea una generosa capa de frutos secos. Repite el proceso hasta terminar con todos los frutos secos.
Importante: al final debes tener al menos 6 o 7 capas de láminas untadas con mantequilla y al menos 4 capas de frutos secos entre ellas. Así se consigue esa consistencia rica, donde «más frutos secos que láminas» significa una textura y un sabor intensos.
Paso 3: Una vez que hayas montado todas las capas, corta el baklava en cuadrados o rombos. Usa un cuchillo afilado y corta hasta el fondo para que el almíbar penetre bien en todas las capas. ¡Es uno de los trucos que marcan la diferencia!
Paso 4: Precalienta el horno a 170 °C. Hornea el baklava durante unos 45-50 minutos, hasta que adquiera un color dorado brillante y las láminas estén crujientes. Ten cuidado de que no se queme, pero asegúrate de que esté bien dorado; en este punto, los sabores se intensifican mucho.
Paso 5: Mientras el baklava está en el horno, prepara el almíbar. Pon el azúcar, el agua, las rodajas de limón y la rama de canela en una cacerola y lleva a ebullición. Deja que hierva a fuego medio durante 10 minutos, hasta que el almíbar empiece a espesar. Retira del fuego, añade la miel y el zumo de limón y mezcla bien.
Un consejo: no dejes que el almíbar quede demasiado espeso, ya que queremos que el baklava se ablande de manera uniforme, sin que se humedezca.
Paso 6: Al sacar el baklava del horno, vierte inmediatamente el almíbar caliente sobre él, poco a poco y de manera uniforme. Escucharás ese maravilloso sonido de las láminas ablandándose y absorbiendo la mermelada. Deja que el baklava se enfríe por completo en el molde y luego refrigéralo durante al menos 4 horas, idealmente toda la noche. Te garantizo que después de esto, cada porción estará llena de sabores y texturas que te conquistarán.
Variaciones y consejos
Para un sabor extra, puedes añadir un poco de ralladura de naranja seca o un poco de cardamomo molido a la mezcla de frutos secos.
Si no encuentras mantequilla clarificada, derrite mantequilla normal y deja que se solidifique; luego, usa solo la capa clarificada en la superficie.
Las masas de tarta frescas son ideales, pero si tienes masas congeladas, déjalas descongelar completamente antes de usarlas. Puedes sustituir los frutos secos por una mezcla de almendras y pistachos para un sabor diferente, pero mantén la proporción de frutos secos.
Cómo me gusta servir esta receta
Personalmente, este baklava combina a la perfección con una taza de café fuerte o té negro con canela, sobre todo en otoño e invierno, cuando apetece algo dulce y reconfortante. En verano, recomiendo servirlo ligeramente frío, quizá acompañado de una bola de helado de vainilla natural, que equilibra maravillosamente el dulzor del almíbar. Y si celebras una comida festiva, una pequeña porción de baklava con frutos secos o fruta fresca es un broche de oro.
Notas
Guarda el baklava en un recipiente hermético en el frigorífico hasta 5 días. El almíbar lo mantendrá tierno y sabroso.
Al recalentarlo, evita el horno demasiado caliente; puedes calentarlo suavemente en el microondas durante unos segundos para que conserve su textura crujiente. En resumen: este baklava siempre funciona porque muestra el equilibrio perfecto entre láminas crujientes y muchos frutos secos deliciosos, empapados en un almíbar sabroso; un verdadero placer que se siente como un dulce abrazo de principio a fin.