Es difícil elegir solo uno. Los refrescos azucarados son perjudiciales por su exceso de calorías y su impacto en el azúcar en sangre. Los refrescos de cola son especialmente dañinos para los huesos. En general, no se recomienda el consumo frecuente de ningún tipo de refresco.
¿Cómo puedo reducir mi consumo de refrescos?
Empieza poco a poco. Intenta sustituir un vaso de refresco por agua con gas y limón o por té helado casero. Es más fácil mantener un cambio gradual.
No es necesario declarar la guerra a los refrescos y no volver a probarlos jamás. Lo más importante es ser consciente.
Entender lo que consumimos nos permite tomar decisiones mejores y más equilibradas para nuestra salud.
Reducir la frecuencia de consumo ya es un gran paso. Cuidarse también implica tomar decisiones más saludables para nuestro cuerpo, día a día. ¿Sabes a qué bebida me refiero?