Sobre la intimidad después de los 60: cuando la edad no es un obstáculo para la ternura y el amor
Hay temas que parecen “vergonzosos” de hablar en voz alta. Sobre todo cuando se trata de mujeres mayores de 60 años. Podemos hablar tranquilamente de salud, medicamentos, el jardín, recetas, hijos y nietos. Pero en cuanto la conversación toca el tema de la intimidad, bajamos la voz, bromeamos y frases como “Ay, esto ya no es para nosotras”.
Como si, junto con las arrugas, debiéramos guardar nuestro derecho a la ternura en el armario.
La verdad es que el deseo no desaparece el día que se encienden las 60 velas. Simplemente cambia: se vuelve más silencioso, más suave, más profundo, pero sigue vivo. Y con él, la necesidad de contacto, calor e intimidad persiste. Es solo que la cultura nos ha enseñado a callar, como si esto fuera algo vergonzoso.
Y, de hecho, es después de los 60 que comienza una intimidad increíblemente honesta y madura, sin tensión, sin competencia, sin necesidad de demostrar nada. Esta es la clase de ternura en la que se siente el sabor de la vida, la experiencia acumulada, y donde cada roce cobra un significado real.
“La edad no es una barrera. Es una limitación que nos imponemos a nosotros mismos.”
— George Bernard Shaw