En la práctica, esto significa que el cerebro entra en una fase más estable. Las redes ya no se vuelven cada vez más integradas, sino que empiezan a organizarse en grupos más definidos de regiones que trabajan juntas. Es una etapa relacionada con una mayor estabilidad cognitiva y conductual.
Los autores señalan que estos cambios coinciden con otros datos conocidos, como los picos de integridad de la sustancia blanca cercanos a los 32 años. La convergencia de estas evidencias refuerza la idea de que el inicio de la cuarta década marca un cambio claro en la organización cerebral.
Conclusión
El trabajo muestra que el cerebro no deja de “madurar” en la adolescencia clásica, sino que mantiene un modo organizativo juvenil hasta alrededor de los 32 años. En este periodo, el cerebro sigue adolescente hasta los 32 años y todavía se está ajustando de forma activa.
Comprender que el cerebro es adolescente hasta los 32 años ayuda a interpretar mejor ciertas conductas, cambios de vida y decisiones que muchas personas toman en esa etapa. También sugiere que la educación, la salud mental y el entorno social pueden aprovechar esta ventana prolongada de plasticidad.