En lugar de intentar parecerse a otra persona, Meg Foster optó por seguir siendo ella misma: intensa, única y auténtica. Y eso es excepcional.
En una época donde incluso las fotos espontáneas se retocan, ver a alguien como ella, con una sólida trayectoria, una imagen auténtica y una serena valentía para envejecer, resulta casi inspirador.
Si eras fan de la actriz por su talento o por sus ojos que parecían de hielo, quizás ahora sea el momento de admirar algo aún mayor: su honestidad con el paso del tiempo y con su propia historia.