Incorporar la grasa
Añade la manteca (o mantequilla/aceite) a la harina.
Con las manos, frota la grasa con la harina hasta obtener una textura arenosa (esto ayuda a que la masa sea más quebradiza y no dura).
Si usas aceite, simplemente mezcla hasta que la harina se vea húmeda y suelta.
Añadir líquidos
Haz un hueco en el centro y añade el huevo (si lo usas), el vinagre y la mitad del agua tibia.
Comienza a mezclar con una cuchara o con las manos, añadiendo el resto del agua poco a poco hasta que se forme una masa.
Importante: No eches toda el agua de golpe; la cantidad exacta dependerá de la humedad del ambiente y del tipo de harina.
Amasado
Pasa la masa a una superficie limpia y amasa 5–7 minutos hasta que esté suave y elástica, pero no pegajosa.
Si la masa se pega, añade un poquito de harina, pero sin excederte para que no quede dura.
Reposo
Forma una bola con la masa, envuélvela en film o cúbrela con un paño húmedo.
Deja reposar 30 minutos a temperatura ambiente.