Los huevos son una fuente natural de proteínas de alta calidad, además de contener vitaminas A, D, E, B12, hierro y ácidos grasos esenciales. Al consumirlos crudos, Emma obtenía nutrientes en su forma más pura y sin alteraciones por la cocción.
Aunque hoy no se recomienda comer huevos crudos por razones de seguridad alimentaria (riesgo de salmonella), la experiencia de Emma demuestra cómo este alimento fue para ella una fuente de energía, resistencia y longevidad.
Sus médicos destacaban que tenía una salud asombrosamente estable para su edad, sin enfermedades crónicas graves y con una mente lúcida hasta el final.
Más que una dieta: un estilo de vida sencillo y feliz
Emma no solo cuidaba lo que comía, sino también cómo vivía. Dormía bien, mantenía la calma ante los problemas y disfrutaba de las cosas simples.
Nunca dejó que el estrés dominara su vida, y siempre encontró tiempo para cantar, conversar con sus vecinos y disfrutar del sol desde la ventana de su casa.
Según los gerontólogos que estudiaron su caso, su longevidad no solo se debía a su alimentación, sino a una actitud positiva y un entorno emocional estable.