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En un recipiente colocá la harina, la sal, el aceite y el agua.
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Mezclá hasta obtener una masa suave. No necesita amasado ni reposo.
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Si querés sumar textura, incorporá semillas hidratadas.
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Enhariná la mesada y estirá la masa dándole forma redonda.
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Transferila a una tartera de 28 cm, acomodá con las manos y pinchá la base con un tenedor.
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Precocción: llevá al horno de 5 a 8 minutos para que esté firme y crocante.
Armado de la tarta
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Colocá las cebollas frías en un bowl y condimentá con sal y pimienta.
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Batí los huevos y agregalos.
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Sumá dos cucharadas de queso crema, el queso rallado y el orégano. Mezclá hasta integrar.
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Volcá esta mezcla sobre la masa precocida y distribuí parejo.
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Si querés un acabado irresistible, agregá fetas de queso cremoso por encima, más queso rallado y un toque de orégano.
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Horneá a 180º entre 20 y 30 minutos, hasta que esté dorada y bien cocida.
Cuando salga del horno, vas a notar la costra crocante, el centro cremoso y el perfume inconfundible de la cebolla con queso. Una receta simple, pero de resultado profesional.