Las preparo como las hacía mi abuela: sencillas magdalenas de ricotta, deliciosas y suaves incluso al día siguiente (¡las más suaves que he hecho nunca!).

Para decorar (opcional):

Azúcar glas

Una pizca de canela

Preparación
1. Preparar la base
En un bol grande, Tamiza la harina, el polvo de hornear y la sal.

En otro recipiente, bate la ricotta con un tenedor hasta que esté cremosa y suave; debe tener una consistencia similar a la de una natilla suave.

2. Bate los huevos.

En un tercer recipiente, bate los huevos con el eritritol (o azúcar) hasta que estén esponjosos.

Añade la leche y el aceite, y bate hasta que la mezcla esté homogénea.

3. Mezcla todo con cuidado.

Incorpora poco a poco los ingredientes secos a la mezcla húmeda, removiendo de abajo hacia arriba con una espátula.

Añade la ricotta y, si lo deseas, ralladura de limón o un poco de vainilla para darle sabor.

No mezcles demasiado; la masa debe quedar suave y con algunos grumos: este es el secreto para que los muffins queden esponjosos.

4. Hornea.

Precalienta el horno a 180 °C (temperatura estática).

Prepara un molde para muffins con capacillos de papel (o engrasa y enharina ligeramente los moldes).

Llena cada capacillo hasta 3/4 de su capacidad.

Hornea durante 20-25 minutos, hasta que estén dorados y al insertar un palillo en el centro, este salga limpio.

5. Para terminar: Retira del horno, deja enfriar sobre una rejilla y, si lo deseas, espolvorea con azúcar glas y una pizca de canela.

Están deliciosos tibios, pero aún mejores al día siguiente: la ricotta los mantiene suaves y jugosos, como recién horneados. Perfectos para el desayuno, la merienda o para llevar a la oficina en lugar de un tentempié. Y sí… ¡a la abuela le encantarían!

¿Cuáles son los ingredientes para los muffins de ricotta?

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