La pregunta sobre qué ocurre con la conciencia cuando el cuerpo deja de funcionar ha acompañado a la humanidad desde siempre. En distintas culturas y tradiciones se repite una creencia persistente: el alma no abandona el cuerpo de inmediato, sino que permanece durante un lapso aproximado de tres días. Esta idea ha sido transmitida de generación en generación y suele estar ligada a rituales de despedida, silencios respetuosos y ceremonias simbólicas. Sin embargo, al observar el tema desde una mirada científica, surgen matices que invitan a repensar el límite entre la vida y la muerte sin perder de vista el respeto por lo espiritual.
Desde la medicina, la muerte clínica se define como el momento en que se detienen los latidos del corazón y la respiración. Durante mucho tiempo se creyó que, a partir de ese instante, toda forma de conciencia desaparecía de manera inmediata. No obstante, investigaciones recientes han comenzado a cuestionar esa certeza. Estudios realizados con pacientes que sufrieron paros cardíacos y luego fueron reanimados revelaron que algunos conservaron recuerdos, sensaciones y una sorprendente percepción del entorno mientras eran considerados clínicamente muertos. Estos testimonios han abierto un debate profundo sobre qué sucede realmente en esos minutos críticos.