Las sospechas se hicieron más grandes cuando comenzaron a descubrir irregularidades en el manejo del dinero. Había quejas de fans que pagaban membresías y nunca recibían sus beneficios, además de empleados que denunciaban retrasos en pagos o compras mal registradas. Abraham Quintanilla, padre y representante de Selena, decidió investigar y pronto descubrió un panorama preocupante: faltaban fondos y las cuentas no cuadraban.
Cuando confrontaron a Yolanda, ella negó las acusaciones, pero las pruebas eran demasiado claras. A pesar de ello, Selena no quería romper la relación de manera abrupta. Creía que podía resolverlo personalmente, con diálogo, sin conflictos. Aquella decisión, nacida de su nobleza y confianza, terminó siendo el error que cambiaría todo para siempre.
El 31 de marzo de 1995, Selena acudió a reunirse con Yolanda en un motel de Corpus Christi. Quería recuperar documentos financieros y cerrar definitivamente cualquier vínculo laboral. Lo que nadie imaginaba era que ese encuentro sería el último. Durante la discusión, en un momento de desesperación, Yolanda sacó un arma y le disparó a Selena. La bala alcanzó una arteria importante, y aunque la cantante logró salir corriendo para pedir ayuda, las heridas fueron fatales. Tenía solo 23 años.
La noticia conmocionó al mundo entero. Miles de fans no podían creer que la joven que representaba el sueño latino en Estados Unidos había sido asesinada por alguien de su entorno más cercano. En cuestión de horas, Selena pasó de ser una estrella prometedora a convertirse en un símbolo eterno, una leyenda cuya historia sigue siendo contada y reinterpretada con el paso de los años.
Mientras tanto, Yolanda Saldívar fue arrestada después de un tenso enfrentamiento con la policía. Pasó horas dentro de su camioneta apuntándose con la misma pistola con la que había disparado, amenazando con quitarse la vida. Finalmente, fue detenida y posteriormente declarada culpable de asesinato en primer grado. La condena: cadena perpetua con posibilidad de libertad condicional después de 30 años.
Desde entonces, el nombre de Yolanda Saldívar se convirtió en sinónimo de traición y obsesión. En cada entrevista o documental sobre Selena, su figura reaparece como el oscuro reflejo de una relación que comenzó con admiración y terminó en tragedia. Muchos se han preguntado qué llevó realmente a Saldívar a cometer el crimen. Algunos creen que fue una reacción desesperada ante el miedo a perderlo todo, mientras que otros sostienen que su obsesión por Selena fue más allá de la lógica.