En silencio, lápiz en mano, dejó que su corazón hablara.
Cada trazo era un recuerdo.
Cada sombra, una caricia.
Y cuando mostró su dibujo… nadie lo entendió.
Nadie lo felicitó.
Nadie lo abrazó.
Solo le dijeron:
“Tienes que seguir adelante…”
“Este dibujo no la traerá de vuelta…”
Pero él no quería traerla de vuelta.
Solo quería sentirla cerca, por un momento.
Decirle, a su manera: *”Mamá, todavía te quiero.”*
A veces, los niños no esperan consejos.
Solo necesitan que los miren, los escuchen…
Y susurrar: *”Lo que has hecho es magnífico.”*
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